Resolviendo la ecuación

       Semana 31 y todo sigue su curso, nervios incluidos. Bueno, más que nervios, curiosidad e ilusión. En la penúltima entrada había hablado del test de O'Sullivan. Pues bien, por suerte a día de hoy puedo decir que salió bien, así que no ha habido que repetirlo. En cualquier caso es algo que casi esperaba, ya que tomando la Metformina durante el embarazo, la cosa estaba bastante controlada para que surgiera la diabetes gestacional. Sin embargo, en el análisis de sangre en principio parecía que la tirotropina (TSH) tenía unos valores un pelín altos. Pero tras consultarlo con el médico de cabecera, la ginecóloga y el endocrino, no son unos valores que tengan que preocupar. Más aun cuando he estado tomando un aporte de yodo extra durante el embarazo presente en los complementos alimenticios para el embarazo (estoy tomando Natalben Supra). No obstante, en casa hemos comprado sal yodada, que no está de más. Por lo demás, el embarazo sigue siendo muy cómodo de llevar. Bastante asintomático, y por suerte escapando de las estrías u otros inconvenientes derivados (me faltan dedos para cruzar, lo prometo). La única molestia es que por la noche, con el peso de la tripilla, sí que debo despertarme dos o tres veces para ir al baño. Aunque por suerte puedo seguir durmiendo después sin problemas.

       En cuanto a las clases de preparación al parto, finalmente me he decidido por las de la Seguridad Social. Parecían estar bastante bien y cuentan con la ventaja de estar muy cerca de donde vivimos. Con las del seguro privado debíamos desplazarnos en coche hasta el centro y rezar para encontrar aparcamiento a esas horas. Así que por comodidad y economía, he empezado las clases en el centro de salud al que pertenezco. De momento he podido ir a dos clases. Habrían sido tres de no ser porque me cogí un catarrazo enorme que me tuvo encamada un tiempo, y que incluso derivó en una otitis bastante desagradable (todavía hoy no oigo bien de un oído). De hecho me tuvieron que prescribir antibióticos, algo que quería evitar. Pero en fin.
Una vez he podido incorporarme a las clases, la verdad es que de momento me han parecido bastante entretenidas. Con sordera y to (estoy por llevar Sonotone, qué horror de otitis). Y aunque voy con bastante teoría aprendida, siempre salen nuevas cosas dignas de valorar o tener en cuenta. Allí la matrona me ha entregado un ejemplo de plan de parto para entregar en el hospital. Y hablando de eso, por el momento va ganando puestos dar a luz en el hospital de la Seguridad Social, aunque aun no está adjudicado. Si finalmente me decido por él, deberé entregar el plan de parto un mes antes de la fecha prevista para el alumbramiento. Así que Padrerizo y yo ya nos estamos poniendo manos a la obra para hacer los deberes y acabar el nuestro. Tocaré el tema más adelante cuando esté resuelto, aunque tengo bastante claro en principio lo que deseo. Otra cosa es que la evolución del parto lo permita...

       Esto me lleva a otro tema. En las revisiones con la matrona y la ginecóloga, hemos ido comprobando la evolución de Incógnita y todo va genial. A día de hoy pesa 1244 gramillos y se mueve que da gusto. Sin embargo, lo que ha sucedido en las últimas semanas es que le ha dado por darse la vuelta, así que actualmente está en posición podálica. Esperemos que le dé por volver a la posición cefálica en breve. Mientras tanto, la comadrona me ha recomendado, además de practicar actividad física (caminar durante una horita más o menos, aunque ya lo hacía... menos cuando estuve encamada), colocarme a gatas durante unos 20 minutos al día. Y partiendo desde esa misma posición, también inclinar la cabeza entre los brazos hasta el suelo, como si fuera a hacer una reverencia. Dice que a veces esta postura ayuda al feto a recolocarse. Otra postura que por lo visto puede lograr el mismo efecto es tumbada boca arriba, elevar las ingles/nalgas por encima de la cabeza. Probaré, admito, que por una especie de curiosidad científica. Y si funciona, pues mejor.

       Otra cosa que sabemos desde hace un tiempillo es el género de Incógnita. Había quien apostaba por una niña, otros por un niño... entre ellos mi tío (por lo menos dio tiempo a que se enterara de lo que era. Y la que montó, menuda alegría). Pero finalmente, han ganado aquellos que decían que sería...

¡Un Niño!


La cara de Padrerizo, que lo que quería era una nena, en principio era un poco de susto. Extraño, pero sí. Y tras preguntarle qué le parecía, me miró y me dijo con angustia —¡Aaayyyyy!, pero es que... ¡yo no sé jugar al fútbol! ¡¿Qué le enseño?!— Vaya, lo que se dice terror escénico.
Se resume en un mayor sentimiento de responsabilidad por su parte, ya que se ve ahora de forma más predominante en el papel de guía o ejemplo para el futuro mozalbete. Tras hablar sobre las cosas que podría hacer en su papel como padre, que parece mentira que hasta olvidó lo que sabe hacer (que no to es fútbol, hombre. Para explotar la afición futbolera, de aparecer, ya se han ofrecido algunos candidatos en la familia), ya se fue relajando. Y ni qué decir que ahora presume como el que más de su primogénito, con una ilusión que asusta por momentos. Este hombre no conoce el término medio, válgame.

       Una vez resuelta esta bonita ecuación, en la próxima entrega mostraré algunas de las cosillas que ya han ido cayendo por casa, ¡mu monas todas! y hablaré sobre un tema siempre escabroso y polémico donde los haya... "La Guerra de los Nombres".



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