"La Guerra de los Nombres" y otros cantares

       Antes de entrar en materia, tengo que avisar y pedir disculpas porque parece que en la entrada anterior ha surgido un problema con los comentarios. Me ha llegado un correo de una seguidora (muchas gracias, María G.) alertando que pasaba algo raro al enviar el comentario. Yo lo he ido a revisar para dar la aprovación y resulta que no había ningún comentario. Sé que me han escrito algunos más después de hacer alguna que otra indagación intentando averiguar qué ocurre, pero no aparecen por ningún lado. Al parecer Blogger ha decidido no dejar publicar comentarios en la entrada anterior, por alguna clase de error en el sistema, pues los comentarios están permitidos en las opciones. Si este error persiste, ya que no parece haber una solución viable a corto plazo, tendré que migrar el blog. Aunque lo que más me entristece es haberme perdido esos comentarios, naturalmente :_( Cosas que pasan...

       Entrando ya en materia, durante este tiempo han estado llegando algunos regalitos para el nene de la casa y para su mami, faltaba más. Empezamos con los últimos que ha recibido de mi madre, que puedo decir que cada día se le cae más la baba con su futuro papel de abuela. Por cierto, la calidad de las fotos no es que sea para echar cohetes, la  realidad es que todo tiene unos colores más bonitos en directo, pero más o menos se ve. Vamos con algo de ropita 100% algodón, tal y como rogué como única condición (bueno, en realidad hay una segunda así por lo bajo; a poder ser que no sean cosas de Disney. Me dan un poco de repelús ya y me tienen hasta el moño. Y encima, así, sólo por la marca, puñalada que te pego). Llega el veranito y de lo mejor para llevarlo, que por aquí las temperaturas suben que da gusto. El primero viene con una especie de Doudou muy mono, me ha regalado también otro pijama muy parecido que traía un gorrito y patucos. La tela del segundo es muy finita, seguramente no se aprecia en la fotografía. Y el tercero es directamente para salir fresquito, y guapete, en la estación estival. Los tres son talla 0-3 meses.







       Para la cuna, la abuela materna nos ha obsequiado con estos tres conjuntos también 100% algodón. Están compuestos por sábana bajera, encimera y funda de almohada. Las tres se suponen que son ajustables a cunas de cualquier medida.




      Como accesorios tenemos esta colonia, que por cierto huele muy rica. No tiene el clásico olor a colonia de bebé, pero al olerla está claro que se trata de una fragancia para ellos. Me sorprendió bastante, muy agradable y fresca. Pensando en un futuro no muy lejano, también nos ha caído este termo papillero, con capacidad para 750 ml., acompañado de dos recipientes herméticos y bolsa de transporte que ayuda a mantener más la temperatura.



       Seguimos con más regalitos, esta vez de parte de la abuela paterna. La cual me ha regalado un flamante y práctico cojín de embarazo/lactancia. Le estoy tremendamente agradecida por ello, pues las noches han ganado en comodidad gracias este maravilloso churro, que es como le llamamos en casa. Tengo que decir que Padrerizo la primera vez lo vio con cierto recelo, pero ahora cada dos por tres tengo que pelearme por la posesión del churro. Y es que casualmente él tiene la costumbre de dormir con una segunda almohada sobre la que apoya parte del tronco. Así la noche del estreno churreril, decidió probarlo antes y poco menos que se tuvo que tragar lo que pensaba; se le dilataron las pupilas de placer mientras sentía el flechazo de un verdadero amor platónico. Disculpa querido, pero el churro es mío— Con ojos suplicantes no cejaba en hablar de las descubiertas bondades que poseía el churro para acomodarse, mientras yo negaba inmutable con la cabeza. —Di que añadan un churro para el padre... a la lista de embarazo—.
La verdad es que no sólo me ha venido bien a la hora del descanso. Como digo, también se puede emplear como cojín de lactancia y además como reductor en la cuna del bebé, para que éste se sienta más resguardado en un lugar más acotado, imitando esa sensación que tuvo durante su estancia en el útero materno. Dicen que suelen dormir más tranquilos así... ya veremos. 
El único "pero" que le pondría sería el susto que me llevé una tarde, cuando hacía muy poco tiempo que lo tenía. Por la mañana tuve que salir disparada de casa, así que lo dejé estirado en la cama y, como no tenía tiempo de hacer nada más, me limité a echar para arriba las sábanas y el edredón de la manera más lisa posible cubriendo toda la cama. Por la tarde cuando llegué y entré al dormitorio ensimismada en mis cosas, casi me da un soponcio al ver a alguien acostado y tapado descansando de espaldas en mi propia cama. Espesita que veces está una, los cables no me conectan bien... Ya después de que me llegara la sangre a la cabeza y haber envejecido 10 años de golpe, caí en que se trataba del maldito churro. No se lo he contado a Padrerizo tratando de evitar contemplar ese pequeño destello de satisfacción con este oportuno resarcimiento.
Debo decir que además del churro la abuela paterna también nos regaló una práctica puerta-barrera que, modificada, emplearemos aquí para que las mascotas no pasen cada dos por tres a donde está mi mini yo versión hombruna. Y en la casa que estamos construyendo, para que no se tire en plancha por las escaleras para abajo, creyéndose animosamente poseedor de algún superpoder (que friki va a salir un rato). No ha habido manera de sacar una foto decente de ella, pero mencionada queda.


       Por último en la tanda de hoy, tenemos el regalito que nos ha hecho la tía paterna. O más bien regalazo, ya que ella se ha hecho cargo de la cunita. Yo buscaba una cunita blanca, de al menos dos alturas y con las medidas más comunes de 120x60 cm. Y tal cual la pensamos, tenemos ya la cunita, así que encantados. ¡Ahora sólo queda terminar el cuarto! Aquí una foto del momento en que se terminó de montar. Con toda probabilidad no se aprecia bien, pero en la parte trasera y delantera tiene un bajo relieve de la silueta de un osito ocupando casi toda la superficie. 




La Guerra de los Nombres

       Llegamos al tema estrella. Creo sin duda que ha sido el asunto más difícil de tratar durante embarazo; elegir el nombre. Lo curioso es que la inspiración nos había llegado muy rápido en caso de que fuera una niña; desde antes de quedar embarazada, cuando ya teníamos en mente ir a por un churumbel. Aunque no lo diré aun, no sea que en un futuro hubiera que emplearlo. Pero con un niño, la inspiración tardó en manifestarse. De hecho, cada vez que nos preguntaban por el nombre se creaba un momento un tanto surrealista en el que no sabíamos qué responder. Y al principio de saber el sexo no importaba tanto, pero cuando ya el embarazo estaba bastante adelantado, la verdad es que sentíamos cierto apuro cuando teníamos que admitir que no teníamos todavía un nombre para nuestro futuro hijo. ¡No sabíamos ni cómo íbamos a llamarlo!
De todas formas, no partíamos de cero, teníamos varias posibilidades. Algunas de ellas eran Octavio, Héctor, Asher... Apuntadas todas ellas en una lista que actualizábamos y revisábamos de vez en cuando a ver qué nos llegaba. Pero no terminábamos de sentir que habíamos encontrado EL NOMBRE. Y es que buscábamos uno que tuviera cierta fuerza, que no fuera muy común (aunque no extremadamente raro), un tanto sofisticado y que no fuera excesivamente largo. La mayoría de los que oíamos eran muy raros, cuando no estrambóticos, soberanamente comunes, o se les podía sacar la puntilla/rima estúpida por algún lado. Aunque a decir verdad, con este último inconveniente tuvimos que transigir bastante, porque a menos que fueran nombres realmente comunes y que por tanto no suscitaran ningún tipo de jocoso o malintencionado interés, vimos que a todos siempre se le puede sacar la coletilla. ¡Ninguno se salvaba! Así que siempre que no fuera excesivamente ridículo... ¡qué leches! Era lo que nos gustaba y punto. Además, después de decirlo un par de veces, ya la gracia se va, se normaliza y la costumbre se impone sobre cualquier intención de broma.

       Por supuesto la familia y amistades se prestaron raudas a darnos todo tipo de opciones. Mi tío en su momento planteó varios, pero el que más le gustaba era Derek. A mí no me disgustaba, no siendo así en el caso de Padrerizo (que decía que cuando pensaba en él, siempre se imaginaba al típico tío de las pelis de los 80's discotequero, con peinado estofado, un pendiente largo y chaqueta de cuero remangada), pero yo no podía evitar recordar al Darek de Ana Obregón. Que no tengo yo nada en contra de este hombre, pero las cosas de la prensa rosa las llevo bastante mal. La abuela paterna también nos dijo dos que le gustaban bastante; Maximiliano y Jeremías. Peroooo... como que no. Son dos nombres que a ambos nos resultan demasiado vinculados a un tiempo pasado, muy representativo de otras generaciones y que pueden sonar muy obsoletos o envejecidos. No han llevado el paso del tiempo tan bien como otros. Además, también nos parecían algo largos y... por decirlo de alguna manera, probablemente también suenan demasiado rurales para la visión actual, quizá algo más sofisticada. De los vecinos y amigos de la familia nos llegaron nombres como Jacob, Publio, Brian, Ezequiel, Dimas... un sin fín de ellos, algunos tan raros que ni los recuerdo. Y así el tiempo pasaba y nosotros sin saber cómo llamar a nuestro churumbel. Algunas personas nos decían
—Espera a cuando nazca y le veas la carita, entonces sabrás qué nombre te inspira— Pero claro, yo pensando en un recién nacido con la carilla roja y toda arrugadita, que todavía no se parece a nadie... pues no sé. Si acaso lo que me recuerda es a un Shar Pei, con lo que no dejan de llegarme nombres como Toby y demás. Además, no me gustaba tener que esperar tanto para tener el nombre. 

       Finalmente un día llegó la inspiración de manos de una de las aplicaciones que tengo instalada en el móvil. Me topé con el nombre por casualidad y me gustó bastante. Se ajustaba bastante bien a lo que buscaba. Así estuve rumiando el nombre unos días hasta que se lo dije a Padrerizo. ¡Y le encantó!, de repente se convirtió para nosotros en el favorito y con el tiempo, en uno muy familiar. Incluso parecía que de repente no parábamos de oir referencias a él sobre distintas personas en la radio, la tele, nos lo encontrabamos en alguna revista... Pese a no ser precisamente muy común. ¡El destino está de nuestro lado!resolvimos tan alegremente. Llegó así el día en el que dimos rienda suelta al nombre y, esta vez cuando nos peguntaban, ya teníamos una respuesta: Axel (y juro que no se debe al cantante de Guns N' Roses). Y ahí es cuando empezó la parte más controvertida de todo este asunto. Reacciones hubo de todo tipo. Parte de los familiares de más edad, se quejaban de que no iban a acordarse ni a saber pronunciarlo. La verdad es que alguno poco menos que parecía necesitar ser asistido con la maniobra Heimlich si no fuera porque sabía que estaba intentando pronunciarlo. Aquí la abuela materna volvió a insistir con sus Maximilianos y Jeremías, haciendo un poco de burla con el nombre que nos gustaba. Nosotros naturalmente volvimos a negarnos en rotundo, previendo las palizas que iba a recibir el pobre crío en el colegio con nombres así (ya puestos, Celestino o Telesforo como segundo nombre, y le acabamos de desgraciar). También un par de vecinos decían que le gustaba pero que iba a traer demasiadas bromas, insistiendo en que por favor no lo llamásemos así. Imaginad nuestra cara de indignación... Y otros no paraban de decir Vaya manía todo el mundo con poner estos nombres raros y modernos a los críosAlgunos conocidos, tras oír el nombre se les escapaba cierto gesto de desconcierto y ligero desagrado.
Pasaban los días y a pesar de que ya se sabía el nombre perfectamente, nos seguían llegando insistentes sugerencias. Llegamos ya a plantearnos si llamarle Batman Jesús (total...); el nombre tenía parte de esa normalidad y tradición tan arraigada y segura que parece agradar tanto, pero sin renunciar esa esencia de fuerza y carácter que queríamos. En fin, inconmensurable es la paciencia y diplomacia de las que hay que hacer gala a veces. Pero nosotros seguíamos inamovibles. Inquebrantables. Irreductibles. ¡¡¡AU, AU, AU!!! Y teníamos un buen puñado de  i...-ibles más. Nos gusta Axel. Pese a que por cosas como éstas, a veces recelábamos de la dichosa preguntita. Tiene todo lo que buscábamos en un nombre, nos agrada como suena y nos gusta para nuestro hijo. Le vemos con él. Aunque también es justo mencionar que, a pesar de lo narrado hasta ahora, la mayoría ha recibido muy bien el nombre y les ha gustado mucho de manera sincera (que no todas han sido malas reacciones, por suerte las menos). Y es que no se puede contentar a todo el mundo. De hecho, en este caso se trata de un tema tal que, precisamente por no incumbir al resto más que a sus progenitores, en quienes recae verdaderamente la tarea de nombrarle, no cabe contentar a nadie más que a nosotros. Punto pelotilla. 

        Y con este puñetazo virtual en la mesa, llegamos al final de la entrada, que bastante de sí ha dado. Próximamente aquí en el blog, puesta al día del embarazo y primeros preparativos para el hospital. ¡Nos leemos!

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